Un Domingo, no cualquiera

Tras Jacintos y azahares,
Sevilla fue luz eterna, 
como una hilera fugaz, 
como un barrio que se adentra. 

Pasa el puente que te esperan,
que es de Ramos tu reencuentro, 
por Avenidas de Reyes, 
que ya anocheció en el centro. 


Y Sevilla fue impaciencia, 
y la Estrella fue su guía, 
de sus Penas penitencias, 
penitencias y alegrías. 

Que con Corona de Estrellas, 
y una Luz que es Marinera, 
más Radiante fue el domingo, 
no alumbró un cielo cualquiera. 

Que miraba en su Milenio,

la belleza pasajera, 
pasa el tiempo y me acostumbro, 
a tu barrio que es solera. 

Que se nota en tus andares
que no es un sitio cualquiera, 
que es Sevilla la que reza, 
por tenerte en sus callejas. 

Son sus calles las que se abren, 
ante un faro que navega, 

pasa el tiempo y me acostumbro, 
a un domingo no a cualquiera. 

A la Estrella de Laserna, 
a la Valiente de Salas, 
de Marvizón y Velázquez, 
a la Dolorosa de Peña. 

Y te despide Sevilla, 
y te recibe Triana, 
vuelve al puerto marinera, 
vuelve sin batir sus alas. 


Capas blancas que se empañan, 
verde Oliva que se pliega, 
sentimientos que no engañan, 
faro de luz que no ciega. 

En su luz una mirada, 
en su calle un ajetreo. 
Fugazmente vi una Estrella, 
y al verla, pedí un deseo.


                                                                   Isaac Mena Mengual