Pasión, fuerza para La Oliva

En la noche del segundo viernes de Cuaresma, volvimos al momento, al lugar, al reencuentro con Quien todo lo unió. Volvimos a ver a la familia, volvimos a recuperar sensaciones que en un año atrás despedimos para seguir fortaleciendo nuestra Pasión por la música. El viernes 15 de marzo fue noche de sentimientos en la Colegial, donde la música de Dios quiso transportarnos al mismísimo Cielo.

La Oliva de Salteras puso la música en el comienzo de las IX Jornadas Culturales de la Juventud de la Archicofradía Sacramental de Pasión, con un concierto repleto de calidad compositiva, tradición y recuerdo para los cofrades allí presentes. Una abarrotada Iglesia del Salvador en la que la alta afluencia de público se tuvo que concentrar de pie junto a las columnas que les impedían ver las siluetas que nuestra directora dibujaba con su batuta.

Comenzó el concierto trasladando el momento a la calle Parras, al momento en el que la Esperanza cruza, pasa, los balcones de las viejas macarenas. Sonó en primer lugar la marcha de Pedro Gámez Laserna, “Pasa la Virgen Macarena”. Tras ésta, y con la presencia en las bancas del Salvador del compositor Ismael Jiménez, La Oliva interpretó la marcha “Mors Domini”, dedicada a la hermandad del Santo Entierro de Dos Hermanas. A continuación, sones de Farfán para la dolorosa de la Calle Pureza, “La Esperanza de Triana”. Ansiando la llegada de “Crucifixus”, la hermandad de Pasión y La Oliva quisieron fundirse de nuevo con la marcha “Todo se ha consumado” del alcalareño Jesús Navarro. Y volvieron en alegría las cornetas con la marcha de Pedro Morales “Virgen de los Negritos” en símbolo de unión de la Archicofradía con la Hermandad de los Negritos.

Concierto Pasion

El concierto llega a su ecuador, las constantes miradas de los músicos hacia la Capilla del Sagrario donde la imagen de Montañés seguía siendo testigo dejaban claridad de que era en Él donde todo se ponía. “Iesus Nazarenus” de Ramón García i Soler, también de “Crucifixus”, y tras esta, otra hermandad que comparte entrañable afecto con Pasión, así como compartir a La Oliva tras sus dolorosas era también mencionada con la marcha que consideran su himno, “El Cachorro (Saeta sevillana)”. Le tocó el turno al poema sinfónico que José Albero le dedicó al Señor de Pasión, “Pasión”. Y terminando el concierto, volvimos a llenarnos de fuerza y recuerdo, de historia escruta en un pentagrama, de himno por antonomasia de la Semana Santa, La Oliva interpretó la marcha centenaria “Amarguras” de Manuel Font de Anta.

Este que les escribe quiere dejar constancia que la última marcha que se interpretó, “La Madrugá” de Abel Moreno, fue quizás una de las mejores interpretaciones que he hecho con La Oliva de Salteras. Nadie lo esperaba, bueno, yo sí, pero quise que antes que la primera nota sonase, la fuerza del Dios que nos protegía desde nuestra derecha en un altar de plata inundase a La Oliva. Pasión de Cristo, confórtanos. Y la fuerza llegó, y claro, nadie puede verle la cara a Amadora cuando nos dirige, pero confieso que cuando soltó la batuta y dejó fluir la música, la Virgen de la Merced sonrió. La fuerza de Pasión llegó a su máximo en esta composición, con el aplauso del público cuando aún faltaban compases y que se prolongó hasta incluso haberse marchado nuestra directora.

Una noche de Cuaresma que llamo a la Sevilla cofrade a acudir cada año pues nadie quedó indiferente al salir de nuevo a la plaza. Sonó La Oliva, bajo la fuerza de Pasión, sonó Sevilla en Semana Santa.                                                                                                             

Enrique Sánchez, músico.